El tema del aborto estuvo en el debate
social cuando el Gobierno español aprobó en el 2013 el Anteproyecto español de Ley
Orgánica sobre Protección de la vida del concebido y de derechos de la
embarazada, que reformaba la Ley
vigente en España 2/2010 sobre el aborto.
Sostenían algunos que este Anteproyecto era
un paso atrás, pues con él desaparecían muchos derechos y muchas libertades
conquistadas con tanto esfuerzo por la mujer, por ejemplo, el derecho a decidir
sobre su sexualidad y su maternidad, su autonomía personal, el acceso a una
educación afectivo-sexual igualitaria, a los métodos anticonceptivos y a la
cobertura sanitaria, limitando así el acceso de las mujeres a los bienes y
servicios más básicos, acentuando la desigualdad de género e impidiendo que se
lograse la igualdad entre todos los seres humanos, volviendo al papel
tradicional de la mujer de asumir toda la responsabilidad de las tareas
domésticas.
Otros sostenían, en cambio, que este
Anteproyecto recogía el espíritu de la ley del aborto del año 85, que se aprobó por
primera vez en España y que era, como hemos visto, una ley de supuestos o indicaciones, y, por
supuesto, no iba en contra de las mujeres ni se legislaba en contra de ellas.
Con todo, el aborto es una realidad. Un
ejemplo: en el 2013 en España se produjeron, según el Ministerio de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad, 108.690 abortos. Entonces, ¿Algo había que hacer?
Así también unos y otros indicaban que las
diferencias entre la Ley
2/2010 y el Anteproyecto español aprobado eran irreconciliables. Pero, ¿eran
opuestos? Es verdad que el aborto es malo para todos y todas. A nadie le gusta
el aborto. El aborto es una tragedia y un drama para la madre, el padre y la
sociedad, pero ¿por qué es un drama?, ¿solamente por la técnica a utilizar? Lo
calificamos como drama porque lo que está en juego no es un “grano”, sino la
vida o muerte de un ser humano inocente e indefenso. Hablamos de drama para la
mujer embarazada porque el aborto conlleva mucho sufrimiento para la madre, el
padre y los entornos familiares y amigos.
Por otra parte, en el año de 2014, por
ejemplo, se superaba, según el Instituto de Política Familiar, los dos millones
de abortos, registrados en España desde 1985, y no podíamos ni debíamos
permitir tantas muertes de seres humanos débiles e indefensos.
Luego la vida o la muerte de los inocentes concebidos-no
nacidos no dependen del juego político de mayorías y minorías democráticas, de
ideologías de izquierdas o derechas. Es necesario afrontar la
cuestión de fondo: si el aborto es la muerte de un ser humano inocente
provocada por la libertad de quienes tienen la responsabilidad de protegerlo
-el padre, la madre y los médicos-, y avalada por las leyes de un “Estado de
derecho” o no.
Es un asunto que marca
profundamente la vida de quien está implicado en él (los padres, la familia más directa,
los amigos…), que tiene aspectos que interesan a ciertas áreas (política,
religión, ciencia, etc.) pero que en sí mismo no es sino personal.
Por tanto, no era el momento del debate de
pareceres o consensos extraños, sino el momento de reconocer la vida humana y
protegerla desde el inicio, porque la vida humana es un tema que nos afecta a
todos sin distinción.
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