La terapia génica es uno
de los campos que mayores expectativas sanitarias ha levantado en los últimos
años. Una definición genérica de terapia génica sería aquélla que consiste en
la modificación genética de células de un paciente a fin de combatir alguna
enfermedad. Por lo tanto, la terapia genética es la técnica que permite la
localización exacta de los posibles genes defectuosos en los cromosomas y su
sustitución por otros correctos, con el fin de curar las llamadas “enfermedades
genéticas”. Además de esta finalidad también puede utilizarse para tratar
enfermedades no hereditarias.
Existen dos tipos de
terapia génica: la somática y la germinal.
La primera va dirigida
a corregir los defectos genéticos en las células somáticas o tejidos corporales
del paciente, por lo que los efectos conseguidos se agotan en el propio
individuo y no se trasmiten a la descendencia. En ningún caso pasan a la
descendencia, es decir, no tiene consecuencias hereditarias, pues los genes que
se transmiten de padres a hijos son aquéllos presentes en los óvulos y
espermatozoides.
La terapia germinal,
por el contrario, iría encaminada a la modificación genética de las células reproductoras.
En el caso de las células germinales los efectos terapéuticos se manifestarían
sobre los descendientes. Por afectar a la línea germinal, todas las células de
los individuos de la generación emergente sometida a terapia incorporarían la
modificación que, de este modo, podría propagarse hereditariamente a las generaciones
siguientes descendientes de ese linaje.
Este último tipo de
terapia génica no está autorizado en ningún país y todos los protocolos en
marcha en seres humanos son de terapia génica somática. Además que la terapia
génica germinal no es moralmente lícita. Por su parte, la intervención sobre
células somáticas con finalidad estrictamente terapéutica es moralmente lícita.
Existe un amplio
acuerdo sobre la idea de que la terapia génica somática no plantea problemas
éticos distintos de los de cualquier otro tratamiento terapéutico nuevo en fase
experimental. Pero se considera muy necesario, sobre todo a la luz de las
experiencias negativas ocurridas, que los protocolos que se pongan en práctica
en este campo se desarrollen con mucha prudencia y con un control estricto por
parte de las comisiones científicas y éticas destinadas a tal fin. Asimismo, es
necesario que los intereses económicos de las empresas privadas con inversiones
en este campo no interfieran negativamente en lo que debe ser una buena y segura
práctica de experimentación clínica.
Por lo que se refiere a
la terapia germinal, resulta rechazable porque existen alternativas
terapéuticas con el mismo potencial y que no comportan los mismos riesgos. La
modificación en las células germinales persigue, además, un fin no terapéutico:
el mejoramiento humano.
Adhiero enteramente al artículo que parecería indicar que se pretende fomentar en enhancement y pretender "mejorar" la naturaleza. Peligrosos objetivos para la dignidad humana y la suerte del planeta.
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