A lo
dicho anteriormente se añade que los embriones “sobrantes” de FIV, llamados embriones supernumerarios,
designan aquellos (seres humanos) que no son transferidos: tras haber alcanzado
la implantación exitosa de uno o varios de ellos en el útero de la mujer, los
demás se congelan (criopreservan o crioconservan), con el fin de que la pareja
sometida al proceso de fecundación in
vitro pueda utilizarlos en una ulterior implantación, donarlos a otras
parejas (adopción), congelarlos indefinidamente, descongelarlos y “dejarlos
morir” (no significa descongelarlos y destruirlos) o “donarlos” para
investigación.
La
acumulación de embriones “sobrantes” (esta crece progresivamente) da lugar a la
creación de bancos de embriones congelados. Se justifica la existencia de estos
bancos como medio para evitar los inconvenientes de poner en marcha de nuevo
todo el proceso de fecundación in vitro:
análisis reiterados, tratamientos hormonales y cuadro de hiperestimulación
ovárica, y más todavía si la mujer ya ha sufrido una previa estimulación y un
fallo en la implantación de los embriones transferidos, o si el ciclo
resultante de la estimulación no ha sido adecuado para proceder con la
transferencia del embrión, es decir, se descongelan los embriones “sobrantes”
en el caso de que su implantación no haya tenido éxito y, por tanto, no haya
habido embarazo.
Por
otro lado, con el uso de los embriones congelados se puede realizar una
transferencia controlada y disminuir el índice de riesgo de embarazos múltiples.
Ahora
bien, cuando se ha conseguido el objetivo de tener uno o dos hijos, o cuando
todos los intentos han fracasado, la mayoría de los embriones humanos que
fueron congelados quedan abandonados, lo que revela la pérdida de sentido del
valor individual de cada ser humano y de la responsabilidad parental respecto
de los embriones que han generado que, a efectos prácticos, pasan a ser
“material sobrante” de las prácticas de reproducción asistida.
Por
otro lado, todo el proceso (tratamiento) dirigido a conseguir óvulos y
fecundarlos supone unos gastos económicos elevados. También hay que decir que todo
lo relacionado con la sexualidad humana, desgraciadamente, conlleva pingües beneficios
para las empresas dedicadas a ello: 450 millones de euros en el 2013. (Dato
facilitado por el Gobierno de España en su informe sobre turismo sexual). Aparte
de este coste económico, hay que tener en cuenta el alto coste en estrés y
frustración para la pareja en el caso de que no haya tenido éxito no solo la
fecundación, sino también la implantación y el embarazo.
En el artículo anterior se han puesto las cifras de niños nacidos por FIV. Pero las cifras de hijos perdidos en el camino (vidas humanas
en embriones humanos fallidos y repudiados) son más. Se calcula que, desde
1978, en el mundo, por este medio, se han producido y abandonado en
congeladores de nitrógeno líquido más de 32 millones de vidas humanas.
Por
último, y en esta exposición de carácter general acerca de la fecundación in vitro, es preciso señalar que esta
supone un menoscabo de la mujer y de su cuerpo al reducirlos a mero objeto de
producción, incluso en los casos en que la causa de esterilidad tenga un origen
masculino.
En
definitiva, es una técnica (el de la FIV,
con una efectividad o garantías de éxito de aproximadamente un 30%) que produce
más muerte que vida, pero que existe y va a más por el complejo y extenso
entramado de intereses que rodean a todo lo relacionado con la vida y sexualidad
humanas.
Vuelvo a insistir en lo anteriormente expuesto por mi parte:
ResponderEliminar"Queremos sobresalir del resto de mamíferos y nos comportamos de forma más básica que todo ello"
Nuestro intento por desbancar al creador viene guiado por intereses económicos o por ansias de poder, como expresa Roberto, y sin duda nos dejamos engañar porque la mentira nos resulta grata y nos hace sentirnos imortantes.