La familia educa en y para la
libertad. Así es, la educación en libertad que se da en la convivencia familiar
es un proceso de ayuda a la adquisición de la madurez personal procurado a
través de múltiples estímulos y en situaciones muy diversas. Es un proceso
también para facilitar a los hijos el libre desarrollo de su capacidad, a
través de la adquisición de conocimientos, hábitos y destrezas, virtudes y
actitudes, que le faciliten el dominio sobre sus propios actos. Un proceso, en definitiva, que permite a cada
hijo formular su proyecto personal de vida y le ayuda a fortalecer su voluntad
de modo que sea capaz de llevarlo a término, al tiempo que desarrolla su
capacidad de amar.
.
No hay que olvidar que el dominio de
sí mismo, la templanza, el señorío sobre los propios actos, las apetencias es
condición y raíz de libertad. En este sentido, la libertad de cada persona,
entendida en estos términos, se impone como el dato previo y fundamental de
cualquier programa de educación en la familia y en la escuela. Y esto lo hace
la familia.
De este modo, educar la libertad
significa:
- ayudar a preguntarse a uno mismo qué
significa ser libre, y a adquirir conciencia de que la respuesta no es ni
evidente ni inalcanzable.
- entender que no hay una vida sensata
si uno no tiene mínimamente presente esa pregunta y reflexiona sobre las
alternativas que se le presentan.
- saber que muchas de esas alternativas
serán contrarias a las propias inclinaciones o apetencias, o a las de la época
en que uno vive.
Por consiguiente, la persona educada
en la libertad es aquella capaz de rechazar las respuestas fáciles y
preferidas, porque conoce otras respuestas de más digna consideración, porque
busca la verdad y conoce el para qué de la libertad, su finalidad y su sentido.
Con todo, no hay que olvidar que la libertad ni es un valor absoluto, ni tiene
razón de ser en sí misma: es un medio, un bien fundamental, que me permite
conseguir otros bienes.
Educar supone hacer pensar. Una
auténtica educación de la libertad en la familia ha de pretender que los hijos
se "aficionen" a buscar la verdad, sin olvidar que los seres humanos
podemos ser muy aficionados a buscar la verdad, pero bastante reacios a
aceptarla.
Por último y, en definitiva, para
educar la libertad es preciso atender a la totalidad de la persona: la
inteligencia, la voluntad, la afectividad y el sentido trascendente. Y esto lo
hace la convivencia familiar.
Muy importante reflexión... para tu siguiente divulgación, ¿donde poner los limites a la libertad??
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo
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