La fecundación
in vitro es un tema controvertido,
polémico y problemático. No obstante, existe cierta aceptación social de la
misma que choca, muchas veces, con la escasa, incompleta, imprecisa y, en muchos casos,
errónea información que posee la gente en general (también a esto contribuyen
las empresas dedicadas a ello), pero sobre todo, las parejas que acuden a la
misma.
Con todo esto,
lo que se quiere decir es que la fecundación in vitro es un tema muy amplio y especializado que tiene gran
impacto en la vida de muchas personas, pero que casi nadie (y esto sorprende), ajeno
al mundo médico-científico, la conoce con exactitud. Luego, necesitamos profundizar
en este tema tan importante para todos.
En otros temas,
pero sobre todo en este, hay que dejar a un lado los prejuicios a favor y en
contra de la fecundación in vitro y saber
en qué consiste.
Hay que
advertir que en este artículo no se recogen todas las cuestiones éticas que están
en juego en este tema. Ni mucho menos.
De entrada,
afirmar con rotundidad dos cosas: primero, no se enjuicia a las personas que
acuden a la fecundación in vitro. Se
juzga la técnica. Segundo, nadie duda del afecto de los padres por el nuevo
hijo que acuden a este tipo de fecundación.
Empecemos. Se
denomina FIVET (In Vitro Fertilization Embryo Transfer) o FIV (Fecundación In Vitro)
a la técnica que, tomada y adaptada de la veterinaria en los años setenta,
empezó a ser aplicada por los médicos para dar descendencia a parejas
estériles. Concretamente, en 1978 nació la primera niña concebida por esta
técnica. Desde entonces han nacido en el mundo más de 5 millones y medio de
personas.
Como se ha
dicho, esta técnica se presenta como un tratamiento para curar la esterilidad.
Sin embargo, la fecundación in vitro
no es, propiamente hablando, un tratamiento para curar la esterilidad, sino un
tratamiento sustitutivo, pues con ella no se consigue curarla, sino tener un
hijo. Sería necesario, para poder considerarla como tratamiento terapéutico, la
restitución de la capacidad generativa de la persona estéril. En efecto, la FIV viene directamente a satisfacer el
deseo legítimo de tener un hijo. Sin embargo, lo hacen obviando el problema de
la esterilidad.
Lamentablemente,
el deseo de ser padres adquiere categoría de derecho absoluto por el que el
hijo se convierte en propiedad de esos padres con derecho a él. Pero no existe
tal derecho. Justamente, el valor moral del hijo no viene dado por el valor
externo, adjudicado por un supuesto “derecho a ser padres” inexistente (en todo
caso, será un deseo legítimo, pero no por ello, se convierte en derecho), sino
que su valor reside en sí mismo, esto es, por lo que es, por el carácter humano
de esa realidad en desarrollo.
Por el
contrario, si este deseo adquiere categoría derecho, una vez conseguido este
deseo, en muchas ocasiones, los padres pierden la obligación y la responsabilidad
por los propios gametos y, lo que es peor, por los otros embriones humanos que han generado con la FIV. Es decir, si el embarazo ha ido bien, paradójicamente, ese embrión humano transferido, implantado y nacido es un hijo deseado, en cambio, los padres pierden el sentido de que esos otros embriones humanos que han generado y no han sido transferidos, denominados "sobrantes", también son hijos suyos. Por tanto, la pregunta es: ¿Qué hace que un embrión humano sea o no considerado persona?, ¿el deseo de ser padres?, ¿es esto último lo que transmite la legislación a este respecto?, ¿los embriones humanos sobrantes vuelven a tomar "protagonismo", si se convierten en hijos deseados?
Además, junto
a la presentación de la FIV como
terapia para la infertilidad, se insiste a veces en que la esterilidad implica
para la mujer incapacidad de realización personal. La consideración de la
esterilidad como enfermedad a superar por todos los medios genera un
sufrimiento y una mentalidad en la que lo prioritario es el deseo subjetivo de
tener un hijo como requisito de realización personal de la mujer.
Dicho todo
esto, ¿en qué consiste la técnica de la fecundación in vitro con transferencia de embriones? Esta consiste
esencialmente en la obtención de óvulos mediante la aspiración del contenido de
los folículos ováricos. Para ello se realiza una estimulación hormonal a la
mujer, y se le aplica altas dosis de hormona de la fertilidad con la finalidad
de provocar la maduración simultánea de varios óvulos (hiperestimulación
ovárica). La siguiente fase del proceso es la extracción de los óvulos.
Extraídos éstos se someten simultáneamente a la fecundación con los espermatozoides,
previamente tratados, bien de la pareja (fecundación in vitro homóloga) o de un donante (fecundación in vitro heteróloga). Con este método se
generan más óvulos fecundados de los que en un primer intento serán
transferidos. En el proceso de obtención de ovocitos se producen (no es lo
mismo engendrar que producir) como media unos 6 u 8 embriones humanos por
pareja, pero en algunos casos se pueden obtener hasta 20 embriones. Una vez
fecundados todos y superada la fase de ocho células, se transfieren
exclusivamente 2 o 3 embriones para evitar el riesgo de embarazo múltiple (se
seleccionan y transfieren solo los embriones humanos que presentan mejor
características, los demás se eliminan. Esta tarea se denomina eufemísticamente
“reducción embrionaria”) y “optimizar” el procedimiento, aunque en este
momento, debido a que los resultados de embarazos conseguidos son cada vez
mejores, se advierte una tendencia a restringir la transferencia de embriones a
un máximo de dos. Luego no hace falta la eliminación en el útero materno de uno
o varios fetos en el primer trimestre para evitar un embarazo múltiple de alto
riesgo. Se descartan (se eliminan) antes de la trasferencia.
En este
sentido, la legislación de algunos países insiste no tanto en reducir el número
de embriones producidos por ciclo en la FIV,
como en el número de los transferidos de forma simultánea a fin de evitar
embarazos múltiples (en la naturaleza solo el 2% de los partos son múltiples,
en cambio, por FIV el 24%). En
efecto, algunas legislaciones autorizan la producción en exceso de embriones, como
la española, dando lugar al problema de los embriones “sobrantes”. (Estamos
hablando de embriones humanos, no de óvulos o espermatozoides), pero se transfieren al
útero de la mujer como mucho tres, quedando el resto de embriones humanos sin
utilizar, metiéndolos por tanto para conservarlos en tanques de nitrógeno
líquido (congelándolos). Por eso, el debate contemporáneo se concentra en qué
hacer con aquellos que están congelados y que se seguirán congelando.
Y yo que llegué a pensar que, con algún cambio de legislación, ya no se congelaban embriones...Hubiera sido muy bonito.
ResponderEliminarEfectivamente, ha llegado el momento en le que la moralidad o la ética se ve tachada por la legalidad, quien debería de velar por ella y no contraponerse.
ResponderEliminarAún así, sigo sin entender cómo la sociedad ha adoptado ciertas prácticas, sobre humanas a mi entender, asuméndolas como algo cotidiano y por tanto normal o natural.
Queremos sobresalir como especie, alegando que nuestra inteligencia es superior, y sin embargo nos comportamos de la manera más animal que existe, satisfaciendo nuestros deseos sin tener en cuenta cosencencias posteriores.