La muerte es
constitutiva a la naturaleza humana y por ello tiene que acontecer de forma
natural. Pero hay dos realidades que, principalmente, la falsifican: la
eutanasia (ya sea de forma activa o por ausencia de cuidados básicos) y la
obstinación terapéutica. Dos opciones erróneas que no aceptan la realidad
humana de la muerte (la primera adelantándola y la otra retrasándola). Desde el
punto de vista filosófico y ético de la propia medicina, ambas son rechazadas,
porque atentan contra la dignidad humana al final de la vida.
Hay que contar
con dos elementos: respetar la vida y aceptar la muerte.
Por un lado,
respetar la vida significa que toda persona debe ser valorada como tal mientras
viva. Una implicación de esto (y más todavía en un contexto médico) es que la
muerte nunca debe ser el propósito de nuestra acción o inacción. Nunca debemos
intentar provocar o acelerar la muerte.
Por otro,
aceptar la muerte significa que deberíamos prepararnos apropiadamente para la
muerte de las otras personas, pero también, para la nuestra. Por consiguiente,
no deberíamos negar la realidad de la situación inminente de la muerte o huir
de lo inevitable buscando, obstinadamente, toda intervención posible, sin
importar cuán desproporcionada sea.
Por eso, es un
error considerar la eutanasia (se haya o no solicitado), como un derecho de la
autonomía individual. Además, no existe tal derecho. Si se considerara la
eutanasia como una decisión que exclusivamente pertenece a uno mismo, se
perdería su incidencia en la protección del bien común.
Aparte de esta
consideración, se han rechazado en estas reflexiones las distintas
denominaciones que recibe la eutanasia y que van, igualmente, en contra de la
dignidad humana al final de la vida de éste.
También se
hacía una mención especial a la relación que entre eutanasia y sedación
paliativa. Es un error confundirlas. Son conceptos muy distintos. Los dos
tienen como objetivo común evitar que el enfermo sufra y padezca dolor, pero
difieren y mucho en los medios empleados.
Efectivamente,
para este objetivo tanto la eutanasia como la sedación paliativa suministran
“fármacos” al enfermo. Pero con la diferencia nada desdeñable que la aplicación
de “fármacos” en la eutanasia implica acabar con la vida del enfermo, en
cambio, la administración de los mismos en la sedación paliativa pretende que
la muerte del paciente acontezca, de igual forma, sin sufrimiento, pero de forma
natural.
Afirmado esto,
creo que los que están a favor de la eutanasia cometen, en mi opinión, entre
otros, dos errores: el primero, identificar vida digna y salud, o incluso
bienestar, y, el segundo, identificar indignidad y enfermedad.
Se olvidan,
por tanto, de dos cosas: 1) que uno es perfectamente digno si se carece de
salud. Hay que advertir en este punto que la salud es un valor importante, pero
no determina el valor de una persona. La falta de salud o una minusvalía no son
una buena razón para excluir y aún menos para eliminar una persona; 2) que la
enfermedad forma parte de la naturaleza humana y ésta nunca hace indigno a un
ser humano.
También se
trata, brevemente, los cuidados básicos necesarios o atención básica al final de
la vida de un ser humano. La privación de los cuidados básicos podría
convertirse en una eutanasia disfrazada. El enfermo tiene que morir por su
enfermedad, nunca por la falta de cuidados de este tipo.
Finalmente,
hay que abogar por unos cuidados que sean manifestación de nuestra humanidad. Y
justamente los Cuidados Paliativos responden, de forma plena, a esta situación
inevitable de la vida del hombre: morir. Luego el Servicio Médico de Cuidados
Paliativos rescata lo humano en el paciente terminal.
Por tanto, una
sociedad realmente solidaria debería centrar sus esfuerzos para ayudar a morir
con dignidad a quien está llegando al final de su vida: cuidándolo, de tal
manera que no tenga sufrimientos de ningún tipo y que no le quepa la menor duda
de que, aunque físicamente esté muy deteriorado por la enfermedad que padece,
no ha perdido ni un ápice de su dignidad.
No obstante,
la clave, en este debate, se encuentra en cambiar de mentalidad y perspectiva,
esto es, no hay focalizar los argumentos en uno mismo, en mi decisión, en mi
derecho…sino en el otro que está enfermo, dependiente…Nos empobrecemos, nos
deshumaniza si cada uno vive encerrado en sí mismo. Nuestra estructura
antropológica se va desarrollando en relación con los demás.
Desde este
punto de vista, hay que pensar si mis acciones están a la altura de mi dignidad
o por el contrario actúo por debajo de ella. No hay que poner el foco en el yo,
sino en el tú. Pensar que el otro, que es también un ser humano (enfermo,
dependiente…), me está interpelando.
Tú, como
persona humana, tu ser, (te encuentres como te encuentres: ya sea inconsciente,
en coma, estés enfermo, sufras de falta de memoria, o padezcas un deterioro
cognitivo leve o severo, o vives en una etapa del desarrollo humano en la que
todavía careces de la capacidad cognitiva…) me interrogas, y exige que me
comporte contigo conforme a mi dignidad.
En efecto,
todas mis acciones (la eutanasia, la sedación, la obstinación terapéutica, los
cuidados básicos y paliativos) han de ser expresión y manifestación de la
dignidad humana.
Buenas tardes Sr. Germán.
ResponderEliminarSoy Félix Martín, Doctor en Medicina y médico intensivista desde hace veinte años y ocupado y preocupado desde entonces en todos los temas que atañen a la muerte digna.
Parto de la base de que la muerte ni es digna ni deja de serlo; la muerte es muerte y la dignidad, como usted bien refleja, es inherente al ser humano.
Deseo trasmitirle mi reconocimiento ante su reflexión, y que se fundamenta en dos aspectos: describe en la misma de forma breve y concisa aquello por lo que muchos compañeros de especialidad entran en el bucle perverso de dar mas cuanto menos saben que se puede obtener (bien es cierto que cada vez son menos los que asumen este comportamiento llevados, sin lugar a dudas, por muchos otros que conocen muy bien el valor de una vida vivida y no padecida); y en segundo lugar, ante la evidencia de una postmodernidad que nos lleva a vivir instalados en el "yoismo", su argumento "Nuestra estructura antropológica se va desarrollando en relación con los demás." debe ser traído al terreno que le corresponde (como dirían los medios: a una "rabiosa actualidad") ya que si argumentamos que como sociedad debemos otorgarnos determinados derechos, al menos, debemos saber, porque antes lo habremos aprendido desde una eficaz enseñanza, de que estamos hablando.
Un saludo.
Félix José Martín Gallardo.
Muchas gracias
ResponderEliminarEfectivamente no se puede hablar de lo que se desconoce, tristemente tuve que pasar por la sedación hasta su muerte de un ser querido,no queremos que se nos vayan sino con dignidad y hoy hay medios para ello, y que conste que solo apoyo en casos de una enfermedad final, no entiendo que una niña por querer morir se la deje. La vida es muy bonita y merece la pena ser vivida y ayudar a los que sufren siendo próvida hasta en su final, así querría morir, llegado el caso, sin dolores, durmiendo sedado hasta que para el corazón , rodeado de amor y paz, feliz tras una vida vivida en plenitud.
ResponderEliminar