domingo, 2 de octubre de 2016

Artículo en el periódico: "Reflexiones en torno a un hecho insólito"

Artículo de D. Justo García Turza publicado en el periódico La Rioja, 02-10-2016:
"Muchas de las noticias que tienen que ver con la salud y que se ofrecen a la opinión pública, con demasiada frecuencia crean esperanzas que no tienen justificación alguna"
El pasado miércoles me desayuné con una noticia que me dejó perplejo: "Nace un bebé con la nueva técnica de tres padres genéticos". Al parecer, se trata del primer  niño engendrado con la técnica de reproducción asistida que utiliza el ADN de tres personas, llamada por eso "de los tres padres". Al parecer, esta noticia ha sido acogida en el campo de la investigación como un logro revolucionario que habrá de ser considerado -añado yo- con suma cautela.
No voy a entrar en ello de manera directa, ya que el tema es complejo y merece, como mínimo delicadeza. Si voy a ofrecer a mis lectores algunas pautas generales que habría que repetir cada vez que salta una noticia de estas y que, a base de ser universalizadas por la relevancia mediática que se les otorga en los medios generalistas (no científicos), empiezan a parecer situaciones normales, buenas y de uso general recomendado. Honradamente he de decir que me baso en la doctrina que explica mi buen compañero y amigo Roberto Germán, sacerdote diocesano en la Rioja, experto en Bioética y profesor de la UR durante años.
Un primer apunte sería constatar que todo lo relativo a la salud y a la aparición de nuevas terapias goza en nuestra sociedad occidental de un interés total y absoluto, casi obsesivo. Lo que digan los médicos,  y en general los científicos, sobre lo que sea, corazón, piel, digestivo, cáncer, embarazo, legionela, etc., lo absorbemos todos como esponjas. El problema está en que la transmisión correcta de esos asuntos es tarea con frecuencia complicada, por difícil de entender y difícil de transmitir. Por ello, a menudo se busca ante todo un titular atractivo para ganar la atención del oyente, lector o telemirador. Es lo que me pasó a mí el miércoles cuando oí lo del niño nacido "de tres padres".
Es interesante el dato que destaca mi buen amigo Roberto en el sentido de que "el periodismo científico en general convierte la tarea informativa en una actividad poco rigurosa".
Más aún, constata que aún los mismos científicos alientan esa falta de rigor al anunciar como verdades absolutas y demostradas, por ejemplo, "con relación a terapias con células embrionarias humanas", lo que son únicamente líneas de investigación sin una aplicación continuada y con resultados exitosos.
Muchas de las noticias que tienen que ver con la salud y con la enfermedad, con la vida y con la muerte, y que se ofrecen a la opinión pública con demasiada frecuencia crean esperanzas que no tienen justificación alguna. Así, a propósito de la manipulación de las células embrionarias, se oculta a menudo la realidad -sí comprobada- de que "presentan problemas de rechazo inmunológico o de creación de tumores". Y de esto apenas se informa.
No hay que olvidar, por otra parte, que el tratamiento no correcto de estos asuntos hace difícil por no decir imposible, el que puedan crearse las condiciones necesarias para un debate libre y serio acerca de "la política adecuada con respecto al uso de embriones humanos para la investigación". Hay una confusión enorme que se manifiesta en que lo que se prohíbe en un país se permite en otro y viceversa.
Es evidente que todo lo que tiene que ver con las células madre, sus efectos curativos y sus efectos a la hora de la fecundación, genera una expectación informativa del máximo nivel. Sin embargo, en estimación de Roberto Germán, "este interés no puede ser vendido a cualquier precio", y continua, con la reflexión que se me antoja la más importante de su escrito: "ésta información ha de ajustarse a la ética tanto por parte de la fuente informativa (los llamados científicos) como por parte de los comunicadores. ¡La noticia ha de verse siempre arropada por la veracidad! Este es el auténtico quid de la cuestión: la veracidad.
Termina mi buen amigo insistiendo en que toda la actividad científica y, en consecuencia, la actividad comunicadora han de buscar siempre el bien común que  persigue todo trabajo de investigación que se precie. La promoción y protección de aquellos bienes que tienen una amplia y profunda repercusión social -y afecten vitalmente al bien común- deben pasar sí o sí por la vivencia a muerte de la veracidad. La investigación y la divulgación de sus contenidos es un bien que ha de ser tutelado por todos los estamentos sociales y por todas las conciencias individuales rectamente formadas, y así brindaremos entre todos el mejor servicio a los ciudadanos. No a los intereses particulares y egoístas que son el verdadero cáncer social que nos está minando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario