El interés creciente de
la sociedad por aquellos temas relacionados con la salud y aparición de nuevas
terapias curativas ha provocado el auge del periodismo científico como puente
entre el mundo de la ciencia y la sociedad. Muestra de ello es el aumento de
noticias científicas, en secciones específicas de la prensa cotidiana, en las
que colaboran científicos y médicos como divulgadores de sus respectivas
actividades científicas.
Ciertamente, la
correcta transmisión y divulgación del conocimiento científico y médico son
tareas complicadas. De ahí que el periodismo de la salud intente captar la
atención del receptor, ya sea lector, oyente o telespectador, con un “titular”
atractivo. Sin embargo, el logro de este objetivo tiene como consecuencia, en
muchos casos, un discurso en el que prima la espectacularidad de la noticia en
detrimento de su rigor y veracidad. Esta creciente “espectacularización”
comporta una excesiva simplificación de los mensajes. Las propias fuentes de
información de los periodistas especializados, sobre todo, organizaciones
científicas y revistas de referencia, promueven mensajes extremadamente
orientados que fomentan y dirigen la posterior “labor simplificadora” de los
periodistas.
Ahora bien, no sólo el
periodismo científico en general convierte la tarea informativa en una
actividad poco rigurosa, sino que también los propios científicos alientan esta
falta de rigor, al anunciar como verdades absolutas y demostradas, por ejemplo,
con relación a terapias con células embrionarias humanas o resultados en
clonación humana, lo que, en estos momentos, son únicamente líneas de
investigación que no han tenido ninguna aplicación clínica exitosa.
En efecto, la falta de
rigor y veracidad, que atenta contra la buena práctica médico-científica y del
periodismo científico, se hace, si cabe, más patente con aquellas noticias que
tienen relación con los prometedores resultados en medicina regenerativa
gracias al uso de células madre embrionarias.
Las noticias que se
difunden a este respecto recurren a crear en la opinión pública esperanzas
injustificadas o a ocultar los éxitos conseguidos por otras líneas de
investigación. La falta de rigor y de verdad en la información vertida por los
medios en general acerca de los “éxitos” obtenidos en terapias con células
madre, es a menudo escandalosa. Así es, en bastantes ocasiones, se presentan
como curaciones conseguidas en humanos por el empleo de células madre embrionarias,
cuando, sin embargo, son resultados obtenidos por el uso de células madre adultas
del propio paciente. No se ha conseguido, en estos momentos, ninguna aplicación
terapéutica en seres humanos con células madre embrionarias. La ocultación de
información relevante (no se insiste en que las células embrionarias presentan
problemas de rechazo inmunológico o de creación de tumores, o se minimiza la
información sobre sus costes sociales) muestra la falta del respeto al derecho
de los ciudadanos a una información transparente y veraz, pues se silencian los
interrogantes éticos que plantea su utilización (la destrucción de los
embriones) o se destacan exageradamente sus beneficios terapéuticos, con la
agravante de que en este tipo de noticias está en juego el dolor y la esperanza
de muchas enfermos y sus familiares.
Por tanto, simples
probabilidades se convierten inmediatamente por una mala práctica periodística
en verdades “noticiables”, que no hacen sino añadir desinformación a la
población, crear representaciones erróneas del conocimiento científico y
favorecer la adhesión de la opinión pública a tales investigaciones.
Bajo esta manipulación
informativa es difícil crear las condiciones necesarias para un debate libre e
informado en la opinión pública acerca de la política adecuada con respecto al
uso de embriones humanos para investigación.
Por otra parte, esta
falta de rigor y transparencia informativa se opone directamente a los valores
éticos que conforman la misma actividad periodística, y revela que existen
intereses ajenos a la propia ciencia en la información con relación a la
eficacia curativa con células madre.
Tras la tergiversación
y manipulación informativa se albergan otros intereses de distinta índole
(notoriedad, búsqueda de financiación, aumento vertiginoso de las acciones de
las empresas que financian esas investigaciones), ajenos a la buena práctica
periodística y científica, que distorsionan de manera consciente la labor veraz
y transparente de los medios informativos.
Es normal que la
curación de enfermedades con células madre posea un interés informativo. Sin
embargo, este interés no puede ser vendido a cualquier precio. Esa información
ha de ajustarse a la ética de la profesión periodística, de la que uno de sus
elementos más fundamentales es la veracidad de aquello que se comunica, más
todavía, cuando la información de la que se trata tiene que ver con aquellas
dimensiones de la vida del hombre que no son moralmente indiferentes. Por eso,
la deontología de la comunicación, como ética del periodista y del científico
que divulga sus investigaciones, esto es, como compromiso individual y público,
emerge de la propia actividad profesional que realiza. Actividad que supone,
principalmente, administrar la responsabilidad cedida por los ciudadanos en las
tareas informativas que el periodista
realiza públicamente como búsqueda de la verdad.
Las exigencias éticas a
la misma actividad periodística van más allá de normas deontológicas de este
colectivo profesional. La ética de la actividad del periodista científico debe
buscar el bien común que persigue toda investigación científica. La protección
y promoción de los bienes, con amplia repercusión social, como es la veracidad
de la información en beneficio del bien común, es una exigencia intrínseca también
a la profesión periodística. Por eso, para la ética individual y colectiva del
periodista, el bien que administra, tutela y del que es responsable, esto es,
la verdad de aquello que comunica, como servicio a los ciudadanos, antecede a
intereses particulares de cualquier género.
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